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Adaptación climática: motor de una economía fuerte en Europa

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En un contexto mundial caracterizado por el avance inevitable del cambio climático, es imprescindible adaptarse a sus consecuencias tanto en lo económico como en lo social. Aunque la financiación internacional para medidas de adaptación ha aumentado paulatinamente, aún existe una notable diferencia entre lo que se necesita y lo que se tiene disponible. Frente a esta situación, BBVA Research ha expuesto una propuesta estratégica que intenta incentivar la inversión privada en Europa con el fin de fortalecer la resiliencia frente al clima, una labor esencial ante los riesgos físicos inevitables que trae consigo el calentamiento global.

Adaptarse: una prioridad ineludible

El análisis destaca que, si bien la financiación global para la adaptación al cambio climático se duplicó entre 2018 y 2022 —alcanzando los 150.000 millones de dólares—, las necesidades reales superan ampliamente esta cifra. Las estimaciones sitúan el coste necesario para la adaptación entre 0,5 y 1,3 billones de dólares anuales, lo que evidencia un déficit sustancial incluso en los escenarios más conservadores.

La adaptación climática, entendida como el conjunto de acciones para ajustarse a los impactos actuales y proyectados del cambio climático, se posiciona así como una prioridad estratégica. Estos impactos incluyen fenómenos tanto crónicos, como el aumento del nivel del mar, como agudos, entre ellos olas de calor, inundaciones o sequías. Ante esta realidad, los expertos insisten en que no basta con frenar las emisiones; es imprescindible preparar a las sociedades y economías para convivir con los efectos del cambio climático.

Obstáculos a la inversión privada en Europa

El reporte destaca varias dificultades que restringen la participación activa del sector privado en el financiamiento de proyectos de adaptación al cambio climático en Europa. Algunas de las principales barreras son la carencia de datos confiables sobre riesgos climáticos, la inestabilidad en las regulaciones y la complejidad para evaluar económicamente los beneficios sociales y ambientales de estas inversiones.

Estos impedimentos provocan dudas y disminuyen el interés económico de proyectos que, aunque son cruciales para la sostenibilidad futura, no tienen sistemas de incentivos definidos y constantes. Consecuentemente, la adopción sigue considerándose un reto de financiamiento estatal, en vez de una oportunidad conjunta entre sectores públicos y privados.

Una hoja de ruta en cuatro ejes estratégicos

Con el objetivo de revertir esta situación, BBVA Research propone una estrategia integral compuesta por cuatro ejes fundamentales:

1. Mejora de la infraestructura de datos climáticos

La disponibilidad de información precisa y accesible es esencial para tomar decisiones de inversión adecuadas. Se sugiere crear un centro de intercambio de datos que integre información proveniente de entidades públicas y privadas, acompañado de un grupo de trabajo dedicado a estandarizar metodologías de evaluación de riesgos.

2. Planificación estratégica y colaboración público-privada

Los programas de adaptación nacional deben convertirse en colecciones de proyectos específicos, con cálculos precisos de requerimientos financieros y objetivos obligatorios. La intervención temprana del sector privado en la planificación ayuda a identificar oportunidades lucrativas y disminuye la percepción del riesgo.

3. Marco normativo consistente y clasificación climática

Es crucial incorporar la adaptación en las normativas financieras mediante el uso de marcos regulatorios coordinados. Esto abarca la implementación de taxonomías climáticas compartidas, requisitos de divulgación acerca de riesgos climáticos y la creación de productos financieros como créditos verdes o seguros climáticos asociados con metas de adaptación.

4. Instrumentos financieros innovadores y movilización de capital

El uso de herramientas como bonos soberanos de resiliencia, préstamos vinculados a resultados climáticos o mecanismos de garantía compartida puede incentivar la inversión privada. Asimismo, las instituciones financieras de desarrollo tienen un papel fundamental en la reducción del riesgo percibido, siempre que agilicen sus procesos y actúen como catalizadores de inversión a gran escala.

Avanzando hacia una economía resistente al clima

La táctica propuesta pretende alterar el enfoque actual respecto a la adaptación al clima, moviéndose de una perspectiva reactiva y dependiente de fondos públicos hacia un enfoque proactivo fundado en la cooperación y la utilización del potencial financiero del ámbito privado. Este cambio es esencial no solo para hacer frente a las repercusiones del cambio climático, sino que también ofrece una posibilidad de promover el crecimiento económico sostenible, la innovación y la creación de empleo.

El fortalecimiento de la resiliencia climática en Europa exige un esfuerzo colectivo, sostenido y alineado. La acción concertada entre gobiernos, instituciones financieras, empresas y organismos multilaterales es esencial para cerrar la brecha financiera y garantizar un futuro más seguro y sostenible para las próximas generaciones. La inversión en adaptación, lejos de ser un gasto, se perfila como una de las decisiones más estratégicas para asegurar la estabilidad y competitividad de las economías en el siglo XXI.

Por Otilia Adame Luevano

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